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LA BRECHA DE LA ACCESIBILIDAD

La brecha de la acceisbilidad

Lectura fácil: La accesibilidad debe encontrarse en todos los espacios tanto físicos como mentales.

Cuando te hablamos de accesibilidad ¿qué se te viene a la mente? Probablemente, ascensores en estaciones de transporte público, el sonido de los semáforos o las rampas en las aceras de la calle. Pero ¿Qué pasa si te decimos que va mucho más allá?

La accesibilidad no es otra cosa que la “posibilidad de acceder a cierta cosa o facilidad para hacerlo.” Pero para muchas personas, esa facilidad no es tan real como nos gustaría. Y si, hablamos de personas con algún tipo de discapacidad.

Este es un tema muy amplio que, probablemente, no podremos abarcar por completo en este artículo, pero cuando hablamos de discapacidad, debemos tener en cuenta todos los tipos que existen: motora, intelectual o del desarrollo, visual, auditiva… Y todo lo que eso engloba.

Diferencias entre la norma y la vida real

Vivimos en un mundo que avanza a pasos agigantados, eso nadie lo puede desmentir. Y como sociedad, existen normas para todo, el caso de la accesibilidad no es diferente. A día de hoy, podemos encontrar numerosas normas que nos hablan de cómo hacer que todos los lugares y espacios, ya sean físicos o virtuales, sean accesibles.

Existen normas que hablan de la accesibilidad al Patrimonio Cultural Inmueble, el turismo accesible, las playas y su entorno… Pero las normas, por si solas, no hacen que la vida sea accesible.

Como ya adelantábamos al inicio de este post, la discapacidad abarca muchísimos ámbitos de la vida, y del mismo modo, la accesibilidad es algo que debe amoldarse a ese gran abanico de personas que pueden tener problemas a la hora de entrar en un lugar, leer la carta de un menú o, incluso, utilizar una aplicación móvil.

La vida real no es lo que encontramos en los documentos, y, a pesar de que sobre el papel se están haciendo numerosos esfuerzos por adaptar la cotidianidad a todos los tipos de realidades, las dificultades con las que se encuentran las personas con algún tipo de discapacidad en su día a día, son numerosas.

Podríamos hacer una lista eterna de situaciones en las que la accesibilidad es esencial y no la encontramos. Los espacios físicos son los primeros y más evidentes, pero no podemos olvidarnos de los documentos y trámites necesarios e incomprensibles para muchas personas, ni de los servicios de atención al cliente que solo funcionan a través de llamadas teléfonicas. No podemos dejar a un lado las páginas web, ni las empresas cuya burocracia rara vez deja paso a la accesibilidad, como los bancos…

En definitiva: Los esfuerzos por parte de la Administración y las normas impuestas en prácticamente todos los sectores, son un buen punto de partida, pero necesitamos medidas reales que simplifiquen las vidas y acceso de las personas con discapacidad.

¿Qué necesitamos por parte de las administraciones?

Como venimos diciendo, es una necesidad que las administraciones tomen medidas reales para que los espacios, entornos y empresas, sean accesibles. Y estas medidas, como ya hemos explicado anteriormente, no son suficientes si se quedan sobre el papel.

Por ello, es un deber de las administraciones, invertir dinero en este tipo de acciones. Dinero que puede destinarse, en primer lugar, a crear espacios públicos que realmente cuenten con esa accesibilidad (como el metro, autobús, trenes…) y sea algo habitual, no la excepción.

A su vez, la administración digital, que podría ser una muy buena herramienta para abrir camino a un mundo más inclusivo, a día de hoy tiene mucho que trabajar por la accesibilidad para pasar de ser una trampa que segrega personas, a una buena oportunidad para todos y todas.

¿Qué necesitamos por parte de la población?

Como personas individuales es probable que no podamos cambiar el mundo, pero hoy más que nunca, tenemos el poder de concienciar. Nuestras pequeñas acciones, aunque no lo creas, logran grandes cambios. Y por eso, la participación activa de la sociedad es esencial.

Como individuo, lo único que podemos pedirte es que empieces a observar todo lo que te rodea con ojo crítico. Allá donde vayas, analiza la accesibilidad o su ausencia y coméntalo, dale voz al problema al que muchas personas se enfrentan día tras día en sus vidas y pasa a ser un agente activo del cambio.

Además, si eres alguien con un negocio, encargada de algún tipo de establecimiento, de la gestión de páginas web, de servicios de atención al cliente… Puedes tomar cartas en el asunto y plantear todo aquello que estás por construir de manera inclusiva.

Los pequeños gestos impulsan grandes cambios, y ahora es el momento de llevarlos a cabo.

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