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UN VERANO COMPARTIDO: La inclusión empieza en los pequeños gestos

Las vacaciones de verano ya vuelven a estar aquí. Tanto si disfrutaron del primer turno en junio como si se esperan al último de septiembre, a todas las personas les encanta tener unas semanas de desconexión.

En Fundación Amanecer hemos escogido el primer turno y este año nos hemos ido a Matalascañas, donde pasamos una semana disfrutando de la ciudad y la playa, y donde además tuvimos tiempo de pasar una jornada en el parque acuático.

Para los afortunados que pasarán unos días fuera, hemos hablado en otras ocasiones del turismo accesible y cómo planificar un viaje para que sea inclusivo, aquí puedes consultar algunos consejos. Sin embargo, viajar no está al alcance de cualquiera, o al menos no todos los veranos. Por eso hoy vamos a hablar sobre cómo hacer del verano un momento para vivir en comunidad, creando espacios de ocio cotidianos donde la inclusión es más una cuestión de actitud que de infraestructura.

VIAJAR EN VERANO ES SÓLO UNA OPCIÓN

Viajar lejos es una inversión económica que no todos los bolsillos se pueden permitir. Según el Instituto Nacional de Estadística, casi el 40% de personas en nuestro país se queda en casa durante el periodo vacacional.

Muchas familias, jóvenes y personas mayores pasan el verano en su entorno más cercano. Durante este periodo, es común que en los barrios haya fiestas populares, piscinas municipales, actividades culturales gratuitas, campamentos de verano o simplemente terrazas en las que sentarse a tomar algo y compartir el tiempo con las personas cercanas. Actividades sencillas y cotidianas donde la inclusión a veces no siempre ocurre.

Para muchas personas con discapacidad, el verano no siempre significa lo mismo. No porque no tengan ganas, sino porque los espacios y actividades que la mayoría disfruta sin esfuerzo no siempre están pensados para todas las personas. Por ejemplo, el mundo de la cultura puede ser más accesible si apoyamos las actividades culturales inclusivas y damos voz a otras realidades.

VERANO EN COMUNIDAD

Un espacio inclusivo a veces no tiene tanto que ver con el tipo de infraestructura, si no con la actitud de la gente que lo utiliza. Invitar a participar en actividades o compartir espacio con quienes se comunican o mueven de forma diferente pueden ser ejemplos de acciones que todos podemos aplicar en nuestro día a día para fomentar una convivencia más agradable y justa con todo el mundo.

Incluir no siempre requiere hacer grandes cambios. A menudo, basta con estar presentes, preguntar antes de suponer, y abrir un espacio para que todas las personas puedan sentirse parte.

Si ves a alguien que parece estar al margen de una actividad, acércate, pregunta, incluye. A veces, lo más valioso es el gesto: una invitación, una conversación, o simplemente compartir sin juzgar.

NUESTRO DESEO PARA ESTE VERANO

En Plena Inclusión Madrid organizan actividades y talleres pensados para gente con discapacidad intelectual o del desarrollo, como el recientemente inaugurado “Jardín de los Sentidos” de Apsuria, o los talleres de “Mujeres que se cuidan” del pasado junio, en los que Fundación Amanecer estuvo presente. Otra opción son las clases de pintura para la inclusión social, del proyecto CONtodoARTE de Fundación Dalma, donde hace un par de días asistimos a una de sus exposiciones.

Desde Fundación Amanecer queremos invitarte a mirar un poco más allá de tus propios planes, y pensar en cómo podemos hacer del verano una experiencia verdaderamente compartida, también desde lo cotidiano. Porque cuando abrimos espacio a otras realidades, todos crecemos. Y ahí es cuando el verano, de verdad, se convierte en una experiencia para todos y todas.